Cavando hasta que el alma respire

Itzjak, nuestro patriarca, cavó tres pozos. El primero lo llamó Esek, porque surgieron contiendas. El segundo, Sitná, por la enemistad y el rechazo. Pero el tercero lo llamó Rejovot, porque allí, por fin, hubo espacio. Amplitud. Paz. Y la posibilidad de que la vida fluyera.

Los 3 pozos

Cuando empecé este proyecto, pensé que una buena agenda espiritual sería suficiente. Me dediqué con entusiasmo a diseñar una bitácora, con colores, secciones, fechas, todo muy ordenado. Pero algo no fluía. Era como el pozo de Esek: ruido, conflicto, ansiedad interna que me desbordaba.

Intenté una segunda vez. Esta vez con más flexibilidad: una página web, un calendario que se adaptara al alma y al tiempo. Pero la frustración volvió. Sitná. No había pelea externa, pero sí una enemistad sutil entre mi propósito y el medio que había construido para expresarlo.

Lo que aún no entendía era que el método no puede nacer desde el afán de controlar o de producir. El método debía brotar desde el alma, no desde la mente. Y para que eso ocurriera, necesitaba rendirme. Dejar caer lo que no servía, aunque me hubiera costado. Y volver a cavar.

Así nació Rejovot.

Rejovot no es solo un nombre bonito. Es un lugar interno que se abre cuando uno deja de forzar. Es el espacio fértil que aparece después de atravesar el conflicto y la frustración con honestidad. Es el alma respirando hondo.

Hoy Rejovot es una página, sí. Pero también es una forma de mirar, de cavar, de esperar el agua sin apurarse. Es un modelo que respeta los ritmos, que integra el calendario, la Torah, las midot, la matemática espiritual y la belleza. Es mi tercer intento. Y esta vez, el agua fluye.

Rejovot — Cavar profundo, vivir con propósito.